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Mostrando las entradas de febrero 13, 2022

Un pilar sin remedio

Pilar sacó el último Pielroja que tenía, y con su pie recostado en la pared desgastada de la vieja residencia en la que había trabajado durante más de veinte años, desafiando el frío habitual de aquella ciudad que se convirtió en su refugio cuando salió obligada del pueblo, recordó la niñez en que se llamó Aurelio. En el pueblo vivió con su madre Remedios, a quien conoció vieja, nunca tuvo un recuerdo más allá de su rostro arrugado y sus manos desgastadas por el lavado habitual de ropas ajenas, aunque, según decían los hombres, Remedios fue tan bella que cuando pasaba cerca de la multitud el tiempo se detenía con el único fin de ser testigos de su preciosidad y el olor a melocotón que emanaba. Pilar y Remedios se adoraban, la última a pesar de su edad (aunque Pilar nunca la supo) y de haber cursado hasta tercero de primaria, tenía una inteligencia que superaba la de cualquier sabio, de ahí a que creara una biblioteca en la habitación de los checheres.     Aurelio se dirigió a la