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Ayer murió un vecino, un buen vecino. Deja dos perros y una bicicleta. Extraña es la presencia de la muerte, saber que ella andaba con él la última vez que nos vimos, pero nadie la notó.   Extraño es comprender que las personas se esfuman como por arte de magia. Extraño y triste es que para Simón y la Oveja mi vecino está por llegar. 

MARIPOSA

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Mariposa, mariposa que se posa en mi ventana, mariposa no te vayas pues se agotarán tus alas. Si supieras mariposa lo corta que es tu vida, ahorrarías energías y quedarías suspendida. Mariposa, mariposa, vete lejos ya entendí, prefieres conocer el jardín y así poder morir. Mariposa, mariposa, no pienses que tu vida fue vana, tus colores me acompañan en las noches y mañanas.    
Qué bueno tener la inocencia del perro, del perro que vive bien, del perro querido, de mis perros. ¿Acaso saben ellos que ahora los paseos son más cortos? ¿Qué ya no van conmigo a correr? ¿Qué sus salidas son siempre al mismo lugar, al parque más cercano? No creo, siempre se muestran igual de emocionados de hacer cuatro veces al día el mismo recorrido. Para ellos esa es la vida, disfrutar las cortas salidas; en su inocencia no existe la finitud. Ya lo decía Hegel (1939) “Cuando uno compara las diferentes formas del conocimiento […] la del saber inmediato, parezca ser las más adecuada, hermosa y sublime. Encierra cuanto, desde el punto de vista moral, se llama inocencia”. Ojalá pudiera ser más como ellos, más inocente y menos “consciente” para no saber que esas cortas salidas algún día acabaran.

PARA BOXEADOR Y MONKEY

  4:52 de la mañana . Pedro se despierta con un sobresalto, otra vez la misma hora, dice, asqueado de despertarse temprano. ¡Qué pereza, se me hará más largo el día! Se desliza por la sabana mojada del sudor de sus pesadillas. Se pone la pantaloneta y el esqueleto que dejó sobre la silla desde la noche anterior, se calza los tenis de suela gastada y lisa con los que ya se ha caído en repetidas ocasiones. Entra al baño, lava su cara, baja a la cocina y se toma un vaso con agua. Sale por fin de la casa, disfruta del frío matutino, alza sus brazos, estira las piernas y agradece que no haya gente que saludar. Se pone en marcha e inicia con un trote suave, siente una presión en su interior. Se dice para sí mismo: tantas cosas que se arrumban en mí, ideas, sueños perdidos y nada de eso podré cumplir, quisiera expresar lo que siento -continúa- pero me asquea estar con gente, me incomoda escucharlos respirar, masticar, pero, sobre todo, odio ver la gente sonreír. Y si tal vez mi destino sea

EL SILENCIO NOS HACE CÓMPLICES

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“El silencio alienta al perseguidor, nunca al perseguido”. Elie Wiesel (escritor y sobreviviente de los campos de concentración nazis). Por: Laura Camila Cómo soportar las fotografías, los vídeos y las narraciones de los actos degradantes, nefastos, humillantes e indecibles contra los palestinos. Cómo hacer para que después de soportarlos, no se vuelvan paisaje y el genocidio pase de moda como suele suceder con los conflictos ajenos y los propios… Cómo manifestarse estando en un escritorio, a miles de kilómetros, con la tranquilidad que ellos jamás van a tener. Cómo entender que en palabras de la abogada irlandesa Blinne Ní Ghrálaigh “es el primer genocidio de la historia en el que sus víctimas transmiten su propia destrucción en tiempo real con la desesperada y hasta ahora vana esperanza de que el mundo hago algo”. Denunciar, explicar y no dejar de hablar de Palestina es lo único que desde el rol vano de espectador es posible hacer. Ojalá (palabra que viene del árabe in

UN CANTO PARA JULIA

Recuerdo estar nerviosa por algo significativo y es que ese día le iba a cantar a los abuelitos. Era 25 de agosto Día de los abuelos en Colombia, y en la escuela se iba a realizar un homenaje. Yo me había ofrecido para entonar una canción llamada Mi viejo del cantante argentino Piero. Aunque era pequeña y como se dice en Colombia “avispada”, tenía nervios, estaba ansiosa (tanto que aún recuerdo ese sentimiento) porque iba a estar mi abuelita Julia. Ella se sitúo en los primeros puestos y esperó atenta a que yo subiera al pequeño escenario escolar. Cuando empecé sentí que los nervios se iban, pues, imaginé que estaba cantando solo para Julia, las demás personas desaparecieron para mí. Y aunque ella me había escuchado repetidas veces en la casa mientras practicaba, no pudo evitar que le asomara una diáfana lagrima sobre su mejilla. Después, todo fue alegría de parte de los espectadores, aplausos (para mi) y felicitaciones para ella. Yo me sentí satisfecha por haberle dado un concierto
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S er sabio que enseñaste a sentir el amar a un animal. I nmortalizaste tu llorar sonoro, tu pelaje color poniente, tu cola esplendorosa similar a la del ave real y esos ojos verdes claros que hacen sentir vacío a cualquier mortal. M erodeabas en busca de una víctima para atacar, sea ave, roedor o algún amigo similar. Te perdías en el alba, regresabas al amanecer. O lisqueabas y buscabas un lugar digno para tu cuerpo poner, recuperando alientos para el siguiente tropel. N unca habrá ser como tú, con tu particular forma de ser: alegre, salvaje, arisco, mimado, aventurero y soñador; dignas actitudes de un gato ricachón.