PARA BOXEADOR Y MONKEY
4:52 de la mañana . Pedro se despierta con un sobresalto, otra vez la misma hora, dice, asqueado de despertarse temprano. ¡Qué pereza, se me hará más largo el día! Se desliza por la sabana mojada del sudor de sus pesadillas. Se pone la pantaloneta y el esqueleto que dejó sobre la silla desde la noche anterior, se calza los tenis de suela gastada y lisa con los que ya se ha caído en repetidas ocasiones. Entra al baño, lava su cara, baja a la cocina y se toma un vaso con agua. Sale por fin de la casa, disfruta del frío matutino, alza sus brazos, estira las piernas y agradece que no haya gente que saludar. Se pone en marcha e inicia con un trote suave, siente una presión en su interior. Se dice para sí mismo: tantas cosas que se arrumban en mí, ideas, sueños perdidos y nada de eso podré cumplir, quisiera expresar lo que siento -continúa- pero me asquea estar con gente, me incomoda escucharlos respirar, masticar, pero, sobre todo, odio ver la gente sonreír. Y si tal vez mi destino sea